lunes, 22 de octubre de 2007

Un Cerrajero

Hace un rato volvíamos la niña y yo de estar en una reunión (que ya os contaré). Eran las siete de la tarde y la verdad es que estábamos cansadas, así que veníamos las dos pensando en el "hogar dulce hogar". Al llegar al portal me he encontrado con Fátima, la muchacha, que nos estaba esperando porque al salir de casa esta tarde se le había roto la cerradura, y la puerta no se podía abrir, y como no tenía mi teléfono no me podía avisar, así que ahí estaba la pobre esperándome como agua de mayo.
Después de comprobar que efectivamente estaba rota, hemos bajado a preguntarle al portero si conocía a algún cerrajero, y diligentemente nos ha acompañado a una calle cercana para ver si podíamos dar con uno que el conoce. Hemos llegado y el localito, lleno de cachivaches hasta el techo, estaba con un palo atravesado en la puerta porque el hombre estaba rezando en la mezquita de enfrente. Hemos esperado a que volviera y en la espera he hecho una inspección visual del cacharrerío allí acumulado: balanzas rotas, trozos de aspiradoras, brochas, alargaderas, trozos de tuberías, un orinal blanco de latón desconchado, llaves, latas de pintura, y un larguísimo etcétera, vaya, que no se sabe muy bien a lo que se dedica.
El hombre a vuelto y le hemos explicado el problema en español, porque lo habla, y en árabe para asegurarnos de que me había entendido bien. El señor se ha puesto ha despachar a los clientes que han ido llegando, que han sido cuatro, y mientras nosotras y el portero en la calle esperando. Yo ya le he preguntado a Fátima ¿pero este hombre va a venir o se va a quedar aqui el resto de la tarde?.Por fin, ha llegado una señora mayor que iba a hacer unas llaves, y en ese momento, el hombre le ha dicho que tenía que salir, que se quedara allí sentada que ahora volvía. La cara de la señora era un poema, pero allí se ha quedado, guardándole la tienda al hombre.
Para abreviar, que ha llegado a casa, ha quitado la cerradura con la ayuda de una linterna de bolsillo, un punzón y unas pinzas, y en un santiamén ha colocado una cerradura nueva y me ha dado tres copias de la llave.
¿Cuanto le debo? cien dirhams señora. Le he pagado al buen hombre y por fin nos hemos podido poner el pijama a las ocho de la tarde.
Y ahora digo yo:
- cerrajero de emergencia
- desplazamiento
- cerradura nueva y tres llaves
- con idiomas

Todo por la módica cantidad de 10 euros mal contados.
Así da gusto que se te rompa una puerta.

3 comentarios:

Belen Martin dijo...

BUENOS DÍAS, A LAS DOS.

Y DIGO YO BERTA....
¿NO SERÍA POSIBLE BUSCAR UNO QUE VENGA TRABAJANDO AL ROCÍO PERO CON TARIFA MARROQUÍ?
SERÍA UN PELOTAZO.
ME ENCANTA LEER TUS HISTORIAS, ME ACUERDO MUCHÍSIMO DE VOSOTRAS.
UN BESO ENORME,
BELÉN.

Lucía Reyes dijo...

Prima, por fin me dejan escribir! q divertidas tus historietas! muchos besos

Anónimo dijo...

¿Y electricistas? ¿Podrias mandarme uno con la misma tarifa? ¡Pues por Seur, y urgente!
Ah ¿que no hay Seur? Bueno... ¡ya se te ocurrirá algo! ¡jajjaja!