viernes, 28 de noviembre de 2008

Otro Cumpleaños




El otro día fue el cumpleaños de Pepe. Para celebrar sus cuarenta añitos fuimos a comer al Royal Mirage, hotel de cinco estrellas maravilloso que hay en las afuera de Tánger.




Estuvimos muy a gusto, y la comida fue buena (unas puntillitas a la plancha buenísimas). Las vistas al mar maravillosas, y lo único que desentonaba un poco era un chuchillo andando por allí como por su casa. Cuando pagamos la comida le pregunte al maitre que qué hacía ese perro ahí, y me dijo que era de la casa y que se llamaba Lolita.



Por la noche organicé una fiestecita sorpresa en casa, solo con unos pocos de amigos. Pepe no se esperaba nada y le hizo mucha ilusión. Lo pasamos en grande. La noche terminó bailando la canción de los payasos de la tele “si toco la trompeta, tara, tara, tareta…”

Casa en Chaouen




Una de las novedades mas importantes del momento es que estamos reformando la casa que compramos hace dos años en Chaouen.
La casa está en la medina, y es alta y estrecha, pero muy bonita, (aunque para llegar a ella hace falta una bombona de oxígeno).
El proyecto de reforma y decoración lo estamos haciendo mi cuñada Epi y yo, y los maridos se limitan a poner la pasta. Pepe ha decidido que la casa se llame “Dar Calín”, y el proyecto es dedicarla al turismo rural.
Hemos contratado a un albañil muy formal y la obra avanza que da gusto. La idea es que a partir de Semana Santa se pueda alquilar, y que los fines de semana que no se alquile la podamos disfrutar con nuestros amigos y familiares.

Verano en Asilah




Hace tanto tiempo que no escribo que no se por donde empezar. Lo mejor será hacer un pequeño resumen de cómo me ha ido en estos meses pasados.

Este verano estuvimos casi todo el tiempo en Tánger, porque tenía que trabajar en la guardería. Aun asi, pasamos una semana estupenda en Asilah, en primera linea de la playa de Briech. Allí estuvimos disfrutando del mar, del sol, y de los amigos que vinieron a vernos, que no fueron muchos.
Lo mejor era coger coquinas con la marea baja. En Marruecos no se comercializan y la gente no las coge, así que era un gustazo meter el pie en la orilla y sacar las coquinas a puñados.

La casa tenía un patio muy bonito donde hacíamos la vida, con una parra y macetas y con vistas al mar. En general la casa no tenía encanto ninguno, pero la palma se la llevaba el baño. El baño era un cuarto en el patio, con un grifo de ducha fijo en la pared (solo con agua fria de un depósito), un lavabo y un agujero en el suelo para hacer las aguas mayores y menores. Eso sí, un amigo muy “apaño” nos fabricó un wc casero de forja y con una tapa de plástico adosada. Una experiencia mística…