martes, 29 de enero de 2008

Inspiración

Esta mañana me ha pedido Pepe que redacte unos textos para publicitar viajes por el norte de Marruecos. Me han visitado las musas y esto es lo que salido:




La brisa del mar nos acaricia cuando divisamos Tánger. Desde la cubierta del barco aparecen en todo su esplendor el perfil de las colinas de la ciudad, dominadas por dos altas torres: la de la mezquita de Mohamed V y la de la Catedral española. De fondo, entre el murmullo de las olas, se adivina el sonido del muecín llamando a la oración, y es entonces cuando sentimos que hemos llegado a nuestro destino, Marruecos, el país de los sentidos.


Asilah, perla del Atlántico, nos saluda callada, prisionera dentro de las murallas portuguesas que un día la cercaron. Ciudad de poetas y pintores, lleva a gala haber sido la cuna de Raissuli, héroe o villano según quien lo evoque. Azotada por el mar, Asilah es una acuarela al atardecer, cuando se reúnen sus gentes a despedir el día desde el mirador fortificado, con la promesa de que un radiante amanecer les anunciará el nuevo día.

No lejos de allí, una ciudad fantasma se erige como estandarte de pasadas glorias conquistadoras: la ciudad romana de Lixus. Fue el malquerido emperador Claudio, quien le dio importancia como puerto exportador de aceite de oliva, sal y garum, y otro emperador, Diocleciano, quien la despreció y sumergió en el olvido. Una parada en el camino para hacernos reflexionar sobre lo efímero de la gloria.

En el pequeño pueblo pesquero de Moulay Bousselham, la naturaleza nos ofrece uno de sus tesoros, la laguna. Las barcas pintadas de azul y rojo están fondeadas en la orilla, dejándose acariciar por el sol y las olas, esperando surcar las aguas. Estamos en una de las reservas de aves más importantes del norte del país, en la que llegan a anidar más de cien especies de aves, quien sabe si también la del paraíso.

Tetuán nos recibe con una muestra de la riqueza que la tierra ha otorgado a esta región, la agricultura. Pequeños puestos ambulantes exponen su mercancía en una sinfonía de colores: el amarillo chillón de los limones, el rojo pasión de las fresas, el verde oscuro de las hortalizas…Tetuán, llamada por los poetas la paloma blanca, fue refugio de sefardíes y moriscos, capital del protectorado español y guarda del castellano antiguo. Gobernada por una sultana, Sayyida al-Hurra (la Gran Señora), su historia ha estado jalonada por leyendas, guerras y olvidos. Despierta ahora la paloma blanca para alzar su vuelo y en su aleteo nos llega un susurro: Marhaba, bienvenido.

Chefchaouen aparece por fin tras una curva. Flanqueada por dos cuernos (significado de su nombre), la ciudad se enclava en un valle rodeado por las altas montañas del Rif. Medieval es su trazado, la fisonomía de sus gentes andalusí, y santo su pasado. En Chaouen el azul despliega toda la paleta de tonalidades, confundiendo su horizonte con el cielo. Y en la plaza de Uta al-Hammam, con un te en la mano y el aroma de la menta en la brisa, un anhelo nos embarga, que el tiempo se detenga para no borrar de nuestra memoria este lugar mágico.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola hermanitaaa!!!
Te las currao con tus musas, ha quedao guapo.
Muchísimas felicidades por tu cumple (se me olvidó el otro día porque no llevé la agenda al trabajo, soy el peor...)
Hicisteis algo pa celebrarlo?
Muchos besos a los tres y espero ir a veros a primeros de marzo.
Rafa