
Esta mañana he ido al mercado a comprar seres del mar para celebrar el cumpleaños de Pepe. Por la módica cantidad de 35 euros, he comprado un kilo bien despachado de percebes, un kilo de almejas de carril, medio kilo de gambas y un hígado de rape para ponerlo frito con limón ¡bocado di cardinale!. Pepe está emocionado de pensar como se va a poner esta noche.
Hemos invitado a cenar a unos amigos marroquíes, ya que aunque hicimos extensiva la invitación a algunos amigos de Sevilla, a ninguno le venía bien venir, así que lo celebraremos con los locales.
Hemos invitado a cenar a unos amigos marroquíes, ya que aunque hicimos extensiva la invitación a algunos amigos de Sevilla, a ninguno le venía bien venir, así que lo celebraremos con los locales.
Después del mercado he ido a recoger una mesa que tenía encargada desde hace quince días. Es una mesa redonda, de forja y azulejo en blanco y azul, que ha quedado preciosa en la amplia cocina que tenemos aquí en Tanger.
Ahora vamos a ir a una pastelería fantástica que se llama la Italiana, a comprar algunos aperitivos de hojaldre (deliciosos) y una tarta, para que Pepe sople las 39 velitas esta noche.
Como era de esperar, interrumpí la escritura para atender otros menesteres y hasta ahora no he podido continuar, cuarenta y ocho horas más tarde de lo previsto.
Resumiendo: la cena salió buenísima, nuestros amigos muy contentos, Pepe contento con sus regalos (dos bolígrafos y una caña de pescar), y Pepe borracho al final de la fiesta (como también era de esperar).
Conclusión: Domingo perro donde los haya, todo el día en pijama y bata, arrastrándonos por la casa como almas en pena “con la mierda la bebía”. Vaya, que no trae cuenta. Vamos a tener que hacer como los musulmanes, no probar el alcohol, ni siquiera en los días de fiesta.